Ni pájaros ni aviones. Son más de 500 los satélites que el excéntrico multimillonario Elon Musk ha enviado al espacio durante el último año.
¿El objetivo? Rentabilizar la órbita del planeta a cambio de proporcionar internet de alta velocidad a sus clientes.
“El impacto para la astronomía es practicamente el principio del fin de la noche”, alertó el Nobel de Física Didier Queloz. Esto, porque los satélites producen reflejos de la luz solar que impactan directamente en la observación directa del cielo.
El organismo encargado de autorizar la puesta en órbita de estos satélites es la Agencia Estadounidense de Comunicaciones. Por lo que, sin considerar los intereses científicos, astronómicos y humanos del planeta, esta agencia podría acabar con el cielo tal como lo conocemos. “Son gente mercantilizando el cielo ahora mismo, ganan dinero con ello, y la consecuencia es que vamos a perder el cielo”, declaró Didier Queloz.
Así, mientras Starlink de Elon Musk podría llegar a depositar 42.000 satélites en la atmósfera, los astrónomos alrededor del mundo comienzan a preguntarse: ¿de quién es el cielo?